
Pasa el tiempo, la cosa cada vez es menor, y se vuelve persona, se vuelve humana. Y el corazón de piedra exterior, como un cascarón grueso preparado para defenderse, va entendiendo que el sentimiento no lucha, pues simplemente el sentimiento siente solito y se deja llevar por ese tumor interno a los que algunos racionales han intentado callar, como silencio que aparece ante el sentimiento del miedo inminente que trae la fragilidad eterna o como la debilidad que aflora cuando los lobos aúllan en dirección al cielo hacia la luna llena. Y no la culpen de racional separatista, menos de ser una herencia de la genealogía moralista de todo occidentalismo católico – romano, pues la idea es rearmarse diariamente, donde la construcción social de cualquier valor toma la importancia que merece por si mismo y no por el dispositivo que eso significa. De esta manera se enreda para el otro y se aclara para si misma, pues el cascarón necesita luchar consigo para que estalle su piedra, donde el camino por la ciudad se hace deambulando por sus calles sin rumbo, sin objeto de encontrar respuestas ni acertijos, sino para buscar preguntas que tengan que ver con lo que NO tiene que ver ella, conmigo o contigo. Y aparece casi como una obsesión espesa, donde decirlo es tan complejo que confunde. Así que no te inquietes, pues la búsqueda es tan silenciosa que se hace invisible a cualquiera que solo la oye pasajera, porque nunca dice lo que quiere decir cuando escribe, porque la fantasía es tan propia como este sin sentido para ti, aunque no por eso para su espíritu que oye y vive como uno solo que no trasciende, porque el misterio esta en todas partes, y sin embargo, se reconoce desde el cuerpo.
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